jueves, 27 de noviembre de 2008

Llegando a horario

Hace días que, por hache o por be, llego tarde al trabajo. A veces es que la gente se descompone en el tren con el calor, a veces que se roban los cables, otras tantas que apago el despertador y sigo de largo y cada tanto porque me gusta desayunar en casa. El común denominador de todas: me importa un comino a qué hora llego. Mi jefe no piensa igual.

Hoy me lo hizo saber, cuando me llamó aparte y me dijo que quería que trabaje las ocho horas del día, porque estamos contra reloj, entre otras justificaciones. Mi respuesta: "creo que tengo el criterio suficiente para la autogestión de mi tiempo como para no resentir el éxito del proyecto, no te hagas más problema por eso". Tomá.

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