viernes, 28 de noviembre de 2008

Que vuelva Ramón!

Para los hinchas de boca no es lo mismo un lúnes sin Ramón en el gallinero, si son tan millonarios jueguense y traiganló.

Esas alegrías en la época de Bianchi tienen que volver, quien no tenía un compañéro hincha de River en esos tiempos, ahora escasean, no se los ve por ningún lado, no les funciona el MSN.

Lo dicho, si estuviera Carlos Saúl, ya estaría el yiojano en al Banco.

La psicológica al jefe, intento uno

¿Recuerdan lo de la llegada tarde de ayer, no? Bueno, luego de postear lo sucedido, me quedé pensando en qué tan útil puede ser una situación así y llegué a que podía probar una jugadita psicológica sobre mi jefe. En qué consistió (hasta ahora): ayer aproveché que había traído comida y almorcé rápido cosa de volver lo antes posible a trabajar, me quedé un poco después de hora y resolví todo lo que tenía pendiente. Hoy traté de llegar lo más temprano posible y mostrarme lo más proactivo del mundo. A esta altura ya debe estar pensando que tiene completo control sobre mí.

El lunes llego a las 10.

jueves, 27 de noviembre de 2008

El olfa

El olfa es esa criatura, a veces simpática y otras despreciable, que está dispuesta a ganarse la sonrisa de su jefe. Debemos exceptuar al empleado que se quiere ganar a la Jefa que está buena (Preguntenlé a OBAMA que se transó a su Jefita) o la muchacha que pide pista para un ascenso.

El ranking de los más olfas debería comenzar:

1. Llevarle café al Jefe sin mancharle la taza.
2. Mover la cabeza como el perrito de la cuneta del auto.
3. Atender los llamados del Jefe.
4. Guardarle porción de torta.
5. Cuidarle el bobby que trajo.
6. Llevarle a lavar el auto.
7. Sonreirle sumisamente.
8. Hacer notar a un compañero/a en falta.
9. Comprarle yogurcito a media mañana.
10. Lustrarle los zapatos.

Llegando a horario

Hace días que, por hache o por be, llego tarde al trabajo. A veces es que la gente se descompone en el tren con el calor, a veces que se roban los cables, otras tantas que apago el despertador y sigo de largo y cada tanto porque me gusta desayunar en casa. El común denominador de todas: me importa un comino a qué hora llego. Mi jefe no piensa igual.

Hoy me lo hizo saber, cuando me llamó aparte y me dijo que quería que trabaje las ocho horas del día, porque estamos contra reloj, entre otras justificaciones. Mi respuesta: "creo que tengo el criterio suficiente para la autogestión de mi tiempo como para no resentir el éxito del proyecto, no te hagas más problema por eso". Tomá.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

El nuevo que se hace esperar

Para el lunes teníamos prometido un nuevo recurso. A más tardar, inducción mediante, tenía que aparecer a la una de la tarde. No apareció. El martes, tampoco. Dado que venimos con cierta historia de trabajadores fugaces, ya pensamos que no iba a aparecer. Hasta yo había apostado 20$ a que no duraba más de dos meses. Parecía que había ganado, hasta que apareció hoy. Otra vez será.

Lo interesante no es eso, sino que el jefe decidió reunirnos en una sala para presentarnos. Lo único bueno de eso fue el aire acondicionado. Se sientan los que pueden, yo me quedo parado (de rebelde nomás, además uno tiene una mejor perspectiva) y el jefe dice "Bueno, no sé, presentate." (murmura, más que nada). El nuevo, también murmurando, se presenta en 25 palabras, de las cuales 12 son "eh" y 4 pares son "no sé". Nosotros nos miramos unos a otros. Yo me encargo de desalentarlo y presento al resto del equipo. Para terminar, le pregunto a mi jefe dónde lo vamos a ubicar para que no se sienta aislado. (Al último lo sentamos solo en una isla, duró 4 días.)

Termina la presentación (por llamarla de alguna manera), volvemos y obviamente, sale charla de MSN. Primer comentario: "parece un serial killer". Segundo comentario: "(a mí) dejá de hacerte cargo de las situaciones vos". Qué quieren que haga, si el jefe parece tener aversión a la intervención en público.